Wednesday, April 09, 2008

Carta Editorial (al último público de este blog)


No hay tiempo de explicar, para coincidir o para despedir.
Ahora miro como muevo las manos y es como antes, miro y río.
Y las encadenadas maneras de alinear el pensamiento
Ahora creo que no hay voluntad que no sea infinita, ni amigos que no sean infinitos, ni tiempos que no sean infinitos. Ahora creo que tenías razón cuando hablabas de las cosas que solo demoran. Fue en mi cara.
Dijiste que no debería verme así. Tan suspendida
y que hasta los pájaros estaban encadenados al cielo.
Y me calmaste
Diciéndome que son graciosas las palabras que riman
Aunque yo ya no tuviera ganas de escribir
Toma entonces, bebe algo de alcohol, yo puedo sostenerte y mirarte a punto de caer. Pero seguirás triste
Decías eso sin saber que hablabas con un pájaro
con plumas, maleta y piel
y que no iba a despegarse del cielo
porque creía que era el cielo que le habían prometido.
Pero no fue así
Porque acá no está el lugar
No están los amigos
No están las palabras que quiero leer
Ni las imágenes que quiero compartir
Porque ya no tengo memoria
Todo lo he cambiado


Escribí esto pensando en mis terapias y mis días, como la poeta que elegí para escribir su nombre. Elegí su verso alucinado. Puse esta foto porque las rondas y las vueltas son como el papel, y a veces, las personas somos así, por lo frágiles o livianas. Decidí que ya no tengo más que escribir aquí y que debía inventarme un nombre nuevo, un poeta nuevo hasta una historia nueva. Me cambié de trabajo y me acordé de tantas cosas que hice hace tanto tiempo y me reí. Soy ingenua y las cosas se repiten. Se sigue, no se cambia, dice un amigo que me escribe por msn, mientras le cuento que anoche leí un poema de Bolaño que se llama “la compañía del camino” y me puse a llorar. Porque los pájaros, los trabajos, las noches o los poetas, habían vuelto a mi vida