
Una vez, hace poco tiempo, muy triste, por cosas que pasan, salí a dejar (sí, era una excusa) personalmente algo cerca de casa. Creo que ahí debe partir esta historia, en esa lata horrible de caminar bajo el sol seco de la ciudad pensando que puedes sentirte peor sofocándote de esa manera.
Dios te debe querer mucho,dijiste. Y en esa afirmación había también un reclamo, porque ese mismo Dios que no me daba tiempo de reclamar, nunca me ha dado tiempo de sufrir.
En ese
Dios te quiere mucho venía puesto un adivina quién viene a Chile, Ana?
Ahí se me cerró el estómago, dejé de comer y comenzaron a pasar una serie de cosas inexplicables, como en El Pasado.
Señor Pauls, fue usted un milagro. Como Dios que hace que ocurran cosas impensadas.
Como esta carta de hoy.