Me gustaría decir que en alguna de sus fotos he vivido

La primera noticia que tuve de él salió en un preliminar en el patio antes de una clase de fotografía. Como pasó tantas veces, las conversaciones de ese lugar estaban cargadas de mitos, de secretos, de cosas incontables, de ruidos sin origen, pero también de una extraordinaria conmoción y belleza. Fuera creíble o no la metí con más fuerza que una anécdota. Pasó, como bien o por bien contada la historia de un fotógrafo que había conocido a Cortázar, y él escribiendo un cuento había inspirado a Antonionni a escribir el guión de Blow Up. Así de corrido e intenso con tanto nombre y tanto prócer parecía innecesario y brutal tratar de contestar a una fantasía de tanto tamaño.
Años después de esta revelación leí una crónica de Roberto Bolaño sobre este niño chileno desencantado y pensé en los diálogos que ambos pudieron tener desde lo que hacían: escribir y fotografiar fantásticamente lo fantástico. Fue un buen encuentro, una buena colaboración pero, quedo ahí, sin tocarse como se debe hacer con este tipo de cosas.
Pero coincidentemente como en los buenos cuentos de Bolaño o en las fotografías de Larraín, apareció la historia de nuevo contada por dos amigas y ya está, cada una acercándose por su lado. Yo corrijo: no fue mi descubrimiento pero me la he pasado de librería y de fotógrafos para saber si la historia es verdad o no, si fue una conversación o el ruido sin origen que se sentía en ese lugar.
No hemos vivido en sus fotos pero de lo que sí estoy segura es que por alguna de ellas hemos pasado.
Años después de esta revelación leí una crónica de Roberto Bolaño sobre este niño chileno desencantado y pensé en los diálogos que ambos pudieron tener desde lo que hacían: escribir y fotografiar fantásticamente lo fantástico. Fue un buen encuentro, una buena colaboración pero, quedo ahí, sin tocarse como se debe hacer con este tipo de cosas.
Pero coincidentemente como en los buenos cuentos de Bolaño o en las fotografías de Larraín, apareció la historia de nuevo contada por dos amigas y ya está, cada una acercándose por su lado. Yo corrijo: no fue mi descubrimiento pero me la he pasado de librería y de fotógrafos para saber si la historia es verdad o no, si fue una conversación o el ruido sin origen que se sentía en ese lugar.
No hemos vivido en sus fotos pero de lo que sí estoy segura es que por alguna de ellas hemos pasado.
2 Comments:
ojalá sea verdad... sería la mejor historia! y acuerdate de documental!!! un abrazo.
Le decía a Rodrigo que si algún día voy a París, iré tras los pasos de Kikí, y no de Cortázar. Si voy a Londres, me será imposible encontrar los de Larraín, tendría que buscar entre los fantasmas y sería peligroso. Pero si sabría dónde tomar desayuno en Nueva York...
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